Mientras los hinchas gritaban “olé olé olé olé olé campeón...campeón”, Wálter Flores, Abdón Reyes y Carlos Arias plasmaban en el gramado verde el juego atildado que caracteriza a Bolívar y con el que ganaron al Tigre, pese a quedar con nueve jugadores por la expulsión de Gutiérrez y Tordoya.
Los hinchas celestes aplaudían el ímpetu del colombiano Jair Reynoso. Mientras el ariete estuvo en el campo de juego, fue un peligro para el arco atigrado.
Los aficionados bolivaristas festejaban con reproches a los jugadores rivales, sobre todo cuando éstos al final comenzaron a golpear al brasileño Charles, entonces entonaron “Sin llorar...”.
Los celestes desnudaron el poco tiempo de trabajo que tuvieron los aurinegros; éstos no pudieron aguantar los dos partidos en tres días y terminaron fulminados.
A los 10 minutos, el colombiano Jair Reynoso en una veloz incursión cedió el balón a Aquilino Villalba, quien remató desviado, fue la primera alerta celeste. Wálter Flores y Leonel Reyes fueron incansables y buscaron el control del medio campo. Encontraron en el tarijeño Abdón Reyes como el punta de lanza perfecto para sucesivos ataques por la izquierda, donde Jorge Ortiz fue incapaz de pararlo en todo el encuentro.
A los 23 minutos, Ortiz llevó peligro al arco de Bolívar con un remate que pegó en el travesaño. De inmediato respondió la Academia, porque Reynoso se perdió una gran opción al rematar desviado tras recibir el balón de Abdón Reyes. El partido se tornaba emotivo, de ida y vuelta, hasta que Ignacio García anotó el gol de la apertura con un cabezazo luego de un centro de Gutiérrez, a los 26 minutos.
El tanto de Bolívar dejó malparado al Tigre, porque los celestes impusieron el control del balón y comenzaron a dominar el encuentro. Wálter Flores y Abdón Reyes expusieron sus mejores argumentos futbolísticos, el primero en el quite y distribución del balón, mientras el segundo complicaba con habilidad y velocidad.
Villalba, a los 34 minutos, no pudo empalmar bien un centro de Reyes. Los aficionados gritaban “olé...olé”, mientras los atigrados miraban desconcertados. Ni siquiera la expulsión de Gutiérrez, por doble amonestación, bajó la presión académica. Y, cuando los atigrados se iban al ataque, tropezaban con Carlos Arias, quien demostró su agilidad a los 42 minutos, al desviar un cabezazo de Cerutti.
Bolívar se dedicó a cuidar más el balón en la segunda etapa.
Retrasó líneas para apelar al contragolpe mediante Abdón Reyes. Una combinación entre Leonel Reyes y Jair Reynoso le permitió al colombiano llegar solo y con un remate fuerte superar la resistencia del arquero Grosso, a los 11 minutos. El tanto fue la estocada final para los atigrados.
Bajaron los brazos y comenzaron a jugar con la pierna fuerte. El brasileño Charles estaba en el campo de juego, y con su habilidad comenzó a irritar al rival. La expulsión de Carlos Tordoya tampoco fue aprovechada por el Tigre. La fiesta ya era celeste con un marco de gente que superó los 40 mil espectadores. Un cuadro ideal para celebrar un clásico.
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